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Esenciales

1 mayo, 2021

Las mujeres siempre estamos ahí. Siempre hemos estado ahí.

Ciudadanas invisibles en un entorno que tiende a la masculinización en todos los estratos. Vitales y esenciales, nuestra presencia y nuestra labor pasan habitualmente inadvertidas para el grueso de la población. Durante este período de pandemia, de miedo, de muerte y de superación, las mujeres ejercemos un papel fundamental para el sustento del que ahora sabemos frágil equilibrio entre nuestra vida familiar, social, laboral y económica.

Miles, millones de mujeres con ocupaciones hasta ahora imperceptibles se han convertido en protagonistas. Sanitarias, administrativas, agricultoras, cuidadoras, limpiadoras, policías, cajeras de supermercado y un sinfín de profesionales continúan con su rutina en sectores esenciales, sin descansar ni rendirse ante esta situación, haciendo que nuestras vidas sean menos difíciles y, en lo que cabe, más llevaderas. Convertidas en apoyo, familia y salvavidas para muchos, de un día para otro se ven sin días libres, sin vacaciones y con los niños en casa, conviviendo con la realidad de tener que conciliar su papel impuesto socialmente con el de mujer trabajadora y ante el hecho de enfrentarse al miedo al contagio, a los ERES, a los ERTES y a la brecha que sigue separando a hombres de mujeres en el mundo laboral.

La respuesta a “¿y si no llego a estar?” resulta aún más aterradora que la pregunta en sí misma y por esa razón desde el colectivo enfocArte hemos retratado a algunas de esas mujeres, como representantes de ese enorme e invisible pulmón que oxigena nuestro entramado social. Queremos contar sus historias y ponerlas en valor para que, de una vez por todas, las mujeres dejen de pasar desapercibidas y ocupen el lugar que les corresponde en nuestra comunidad.

Soy Alicia Benítez, Capataz de la Finca El Galeón.

Mi recuerdo de aquellos días es la soledad que encontraba todas las mañanas al ir a mi trabajo, tanto durante mi camino como al llegar a la Finca donde el bullicio de los niños es el pan de cada día. Solo reinaba el silencio, incluso entre los compañeros.

Por otra parte, agradecida de ver como la naturaleza estaba ocupando su espacio y el ciclo de vida de los animales seguía su curso sin que se notara todo lo que pasaba a nuestro alrededor.

Soy Juana Pérez Afonso y trabajo como aguadora en la empresa de Aguas de Teror desde el año 2011 en Carrizal de Ingenio.

Aquellos meses fueron muy desoladores. Se respiraba un temor profundo en las calles solitarias. Los clientes nos esperaban y nos animaban y agradecían nuestra labor haciéndonos llegar el calor humano.

Soy Mónica, Auxiliar de farmacia.

Trabajé con miedo e incertidumbre pues no teníamos noticias fehacientes sobre lo que estaba pasando y todo se iba sabiendo a cuentagotas. Siempre sin mascarillas y expuesta. No recuerdo ninguna muerte por COVID en el entorno farmacéutico de nuestra ciudad pero si hubo compañeras y compañeros que enfermaron.

Recuerdo las largas colas de clientes en la calle. Las primeras mascarillas que vinieron y los precios abusivos de las mismas porque eran pocas. El gel hidroalcohólico se agotaba rapidísimo o no había suficiente para abastecer. Había listas de espera de semanas para conseguir guantes, gel o mascarillas.

Cuando llegaba a casa, cansada del trabajo, me tenía que poner con mi hijo a realizar las tareas, sin saber muy bien cómo transmitirle los conocimientos y terminando totalmente agotada, física y anímicamente.

Fueron meses muy duros y estresantes para mí.

Soy Rosi, cuidadora veinticuatro horas, cinco días a la semana.

Me sentí enjaulada, más si cabe. Mis dos horas libres al día… volaron… fui presa de este maldito encierro.

Desesperación, angustia, incredulidad e incertidumbre es lo que viví.

Veía cómo pasaban días, semanas y meses y no divisaba el final. Me adapté esperando la solución durante muchos meses. ¡El desenlace me parecía tan lejano!

Ángeles, Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria.

Era desolador ver la ciudad vacía, pero la sonrisa o el agradecimiento de algún ciudadano desde su ventana te reconfortaba y te daba fuerza para seguir. En general el ciudadano tuvo un comportamiento ejemplar, pero no deja de ser cierto que hubo otros que hacían caso omiso a las indicaciones de las Administraciones Públicas. La ciudadanía fallaba más en el incumplimiento del toque de queda y el uso de las mascarillas y también recuerdo que al estar confinados se generaban más servicios de molestias por ruidos, por ejemplo.

Carmen y Ale.

Muchas horas teletrabajando como informática,

frecuentemente soy su único soporte,

si no hay clases, adiós a la conciliación familiar.

Mujeres de riesgo confinadas.

Demasiado tiempo viéndonos a través de un cristal,

leo en tu mirada la demanda de un abrazo que necesitamos todos.

Amanda trabaja en el Spar de la Avenida Primero de Mayo, en Las Palmas de Gran Canaria.

Durante el confinamiento, lo primero que hacía al terminar su jornada laboral era quitarse toda la ropa en la terraza de su casa terrera, por seguridad y por sacudirse el estrés del día. A pesar del cansancio que se notaba en sus ojos, Amanda siempre nos trató a sus clientes con su sonrisa habitual debajo de la mascarilla.

Los celadores son los que movilizan documentos, muestras, aparatos y pacientes, entre ellos los afectados por el virus. En un principio podrías tardar en ponerte y quitarte el EPI (equipo de protección individual) algo que hoy en día está más que automatizado.

Durante el estado de alarma el servicio de Correos fue una de las profesiones más demandadas para las personas que permanecimos confinadas, dándonos la posibilidad de alcanzarnos productos a casa para hacernos la vida más fácil en este trance. Espranza es una de las muchas personas que hicieron esto posible.

Enfermera (DUE)

Durante el primer año de la pandemia el contagio por coronavirus entre sanitarios era de un 77% en mujeres, cosa que se entiende cuando ¾ partes de los trabajadores son mujeres y muchas de ellas enfermeras, cuyo trabajo ha sido muy intenso con pacientes covid como en los servicios de UCI, urgencias y plantas covid pero también en la campaña de vacunación y realización de PCR, entre otras labores.

Desatascador, masilla, flexible, llave inglesa… Más de 40 años detrás de un mostrador antendiendo a mis clientes. Incertidumbe, miedo, desasosiego, tristeza… En mis 70 años no había vivido nada así, pero hay que estar al pie del cañón dando lo mejor de nosotros.

Soy Ogadenia Hernández, técnico en emergencias sanitarias.

En aquellos primeros días, pensé que el Covid podría traer un cambio importante en nuestras vidas. Cambios a mejor.

Los aplausos, la solidaridad, me erizaban la piel y me emocionaban. A día de hoy, ese cambio que esperaba no se ha producido. La sociedad continúa priorizando y valorando lo mismo de siempre.

Mi nombre es Alicia Brito y trabajo en el Puesto 33 frutas y verduras «José y Alicia» del Mercado de Vegueta.

Aquellos días fueron de una tremenda incertidumbre y respeto ante ese virus desconocido. Alguna vez lloré de impotencia. Salíamos con nuestro furgón a repartir nuestros productos y otros productos del mercado, como la carne, el pescado, etc. Ahora y gracias a las vacunas, parece que empezamos a ver la luz al final del túnel.

Vine de Sevilla y me encontré con esta tierra que me acogió y me devolvió la esperanza. Pero vinieron esos días en los que la vida se volvió difícil, triste e incierta. Cuando volví a reencontrarme de nuevo con los vecinos, volvió la esperanza.

El confinamiento sirvió para tener en cuenta los cuidados que los animales necesitaban.

Siento que soy necesaria.

Ser útil es una oportunidad.

A todas esas mujeres que, como Mercedes, dedicaron su tiempo y trabajo a hacer mascarillas a particulares y colectivos en momentos en que ni en las farmacias había.

Crisner. Limpiadora de Parques y jardines.

Me sorprendí mucho con el incómodo silencio,  las calles desiertas y casi sin coches. Solo quedó el murmullo de las olas, sin surfistas ni bañistas y el graznido de las gaviotas mezclado con las sirenas de las ambulancias.

Paso de ver mucha basura, a poca y selectiva, primero guantes por todos lados y más tarde mascarillas. Las recogía con miedo a contagiarme, pues no se sabía cómo actuar ni teníamos mascarillas en un principio. Siempre protegida con guantes, cepillo, etc.

Tengo en la memoria las largas colas en supermercados y farmacias.

Todas las semanas cambiaban las noticias y órdenes nuevas en cuanto al procedimiento de limpieza.

Eché mucho de menos las voces y risas de los niños. Por eso cuando volvieron a salir a la calle me conmoví muchísimo al escucharles de nuevo. Añoré los besos y abrazos.

Cuando volvieron a salir y se encontraban las personas por la calle no sabían cómo actuar y se bajaban las mascarillas para hablar  o llamar por teléfono.

Recuerdo también a la policía controlando el tráfico, pidiendo permisos de trabajo con horarios, etc.

Emocionante también esos aplausos, pitas y sirenas para nuestros sanitarios.

El primer impacto para mí fue la falta de circulación de vehículos y la poca afluencia de usuarios de guaguas. 
Nunca antes había visto algo parecido. Un sentimiento de soledad se apoderó de mí mientras conducía. La ciudad desierta desconcertaba.
Después de la jornada de trabajo, al llegar a casa el acto de quitarte el atuendo casi en la puerta, la desinfección, etc… se convirtió en un ritual.
Lo que más me dolió fue no poder visitar a los seres queridos, acercarme a ellos, besarlos o abrazarlos. Me costó acostumbrarme a esta nueva y penosa situación.

Uno de los aprendizajes que ha traído esta pandemia es la importancia de invertir más en investigación y en la Sanidad Pública.

Técnica de Rayos (TSID).

Sobre la pandemia, yo destacaría la importancia que tiene la información, tanto para los sanitarios como para la población en general, siendo imprescindible tanto para la prevención como para la curación.

Técnica de Rayos (TSID).

La prueba fundamental para diagnosticar un paciente de Covid es la PCR, pero la siguiente para diagnosticar las neumonías que produce son las radiografías de tórax, que las realizamos los TSID y todas las radiografías portátiles para ver la evolución, al igual que la realización de TAC, RM en casos más complicados, al igual que asistir al Radiólogo en las ecografías.

Yo creo que me contagié en el trabajo y lo que más me preocupó fue llevar el virus a casa y contagiar a mi familia.

Al principio de todo esto, en el confinamiento, los aplausos me hacían sentir bien, sentía el apoyo y los ánimos de las personas, pero en este momento lo único que siento es que ojalá los sanitarios pudiéramos aplaudir a todas las personas por haber hecho las cosas bien y no es así. Pero aquí seguimos trabajando, con las fuerzas y ánimos propios.

Técnica de rayos (TSID)

Para mi ha sido y es muy duro, pero a mi me ha hecho entender por qué elegí esta profesión. Cuidar y atender vidas, aunque otros compañeros tuvieron que dar su propia vida.

Técnica de rayos (TSID)

Cuando las plantillas de trabajo se vieron mermadas por bajas debido a casos positivos, posibles positivos o por riesgo médico, llegaron jóvenes técnicos de rayos que reforzaron el servicio de radiología con su mejor voluntad. Que además de sumarse a la lucha contra la pandemia se han unido a luchar contra los efectos colaterales de la crisis migratoria que afecta también a tantas personas en estos momentos.

Técnica de laboratorio (TEL)

La labor de los TEL queda lejos de la mirada de la gente, trabajan en la sombra como hormiguitas y su trabajo es muy importante no sólo porque trabajan cara a cara con el virus analizando muestras biológicas como la PCR o las serologías en busca de indicios de coronavirus, támbién algunos colaboran en el desarrollo y estudio de vacunas.

Naty, tomatera.

El confinamiento no lo viví como el resto por trabajar rodeada de naturaleza que, aunque haya sido establecida y ordenada por la mano del hombre, no deja de ser un ser vivo del que nos alimentamos, lo que, además, me lleva a pensar que estaba siendo una pieza fundamental y casi imprescindible por hacer posible que algo de lo que es el sustento de cada día pudiese llegar al plato de muchas familias.

Valorar aún más el trabajo de la agricultura, la tierra… El tomate no sale de la nevera, sale del calor, del frío, del sudor, de las manos llenas de tierra, del cansancio físico, del compromiso…

A diferencia de muchos otros, yo tenía la posibilidad de tener trabajo, con lo cual sentía la libertad de la que este me provee.

Colectivo enfocArte

Universidad Popular Juan Rodríguez Doreste Las Palmas de Gran Canaria

2 comentarios leave one →
  1. Avatar de Lines
    Lines permalink
    1 mayo, 2021 11:33 am

    Me emociono al pensar, la cantidad de personas que han estado al pié del Cañón arriesgando sus vidas para que otros no sufrieran.A las Mujeres que demuestran diariamente su Humanidad y capacidad de trabajo. Gracias por estar ahí.Precioso trabajo

    • Avatar de enfocartegc
      16 mayo, 2021 11:12 am

      ¡Muchas gracias por tu comentario, Lines!
      Es realmente emocionante conocer de primera mano las experiencias de estas maravillosas Mujeres Trabajadoras. Y es muy emocionante también comprobar que nuestro trabajo ha servido para darles la visibilidad que se merecen. Un cordial saludo desde el colectivo enfocArte.

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